Salario. Esta palabra se dice que proviene del imperio romano, pues por aquella época la sal era
un bien muy preciado y cotizado y se pagaba a los romanos por su labor militar con saquitos de esta sustancia, que tomaba el valor de moneda. Ahora el salario es una paga
o remuneración regular, según define la RAE, y nadie hubiera imaginado que nuestro tan preciado salario, proviene de este condimento que actualmente es barato y poco recomendado para la salud.
Bonito ‘pez’. Del bajo latín BONITON. Seguramente se llamó así a este pez por el color dorado de los ojos y plateado del vientre, que le daría un aspecto bonito ‘lindo, agraciado’. Actualmente lo utilizamos como un adjetivo que describe a quien posee belleza, pero seguramente nadie se hubiese imaginado nunca que esta palabra provenía de un simple pez.
Bribón. De briba, este del anticuado bribia ‘holgazanería picaresca’, que a su vez venía de blibia, y este de biblia en el sentido de ‘sabiduría’. Se entendía por bribia la elocuencia persuasiva del mendigo para inspirar lástima y para mover el público a la generosidad, en lo cual las oraciones y los argumentos religiosos, sacados de los textos sagrados, desempeñaban una parte principal.
Despampanante. La
palabra despampanante proviene del pámpano o hojas de parra, muy conocidas
por cubrir las partes de Adán y Eva. Des-pampanante significa "sin hoja de
parra" y de ahí que usemos esa expresión cuando nos quedamos asombrados o sin palabras ante
alguien o algo por su buena presencia u otras cualidades.
Olé. Todo un clásico español, pero que no lo es tanto cuando nos hemos puesto a investigar y hemos descubierto que la procedencia de nuestro olé, viene de la invasión árabe. Se dice que exclamaban "allah" (oh Dios) cuando presenciaban una actuación o escena digna de admirar, pues podían ver a Alá a través de semejante espectáculo. El allah se terminó castellanizando hasta el olé de nuestros días.
Tiovivo. El
origen de la palabra tiovivo es incierta pero se dice que data del año 1834, cuando una oleada
de cólera acechaba Madrid y el dueño de un carrusel de feria, un tal Esteban
Fernández , se murió de tal enfermedad, o eso se creía porque dicen que el día del entierro, se
levantó de su féretro y dijo “estoy vivo, estoy vivo”. Desde entonces su
carrusel de feria se llamó el del “tiovivo” y la palabra se ha quedado para denominar cualquier atracción de feria que posee asientos que suben y bajan colocados en una plataforma circular giratoria. Sin embargo esta anécdota puede tratarse de una historia imaginaria.
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