martes, 29 de julio de 2014

La historia de las palabras



Las palabras, al igual que los seres humanos, poseen su propia historia. Algunas tienen un origen incierto o discutible y otras son reales y apasionantes. Hemos recopilado ocho palabras que utilizamos en nuestro vocabulario cotidiano cuyo origen es cuando menos, curioso.


Salario. Esta palabra se dice que proviene del imperio romano, pues por aquella época la sal era un bien muy preciado y cotizado y se pagaba a los romanos  por su labor militar con saquitos de esta sustancia, que tomaba el valor de moneda. Ahora el salario es  una paga o remuneración regular, según define la RAE, y nadie hubiera imaginado que nuestro tan preciado salario, proviene de este condimento que actualmente es barato y poco recomendado para la salud.

Acostar. La palabra acostar proviene de De costa, que antiguamente significaba ‘costilla’, porque el que se acuesta ordinariamente descansa sobre las costillas o el costado.

Bonito ‘pez’. Del bajo latín BONITON. Seguramente se llamó así a este pez por el color dorado de los ojos y plateado del vientre, que le daría un aspecto bonito ‘lindo, agraciado’. Actualmente lo utilizamos como un adjetivo que describe a quien posee belleza, pero seguramente nadie se hubiese imaginado nunca que esta palabra provenía de un simple pez.

Bribón. De briba, este del anticuado bribia ‘holgazanería picaresca’, que a su vez venía de blibia, y este de biblia en el sentido de ‘sabiduría’. Se entendía por bribia la elocuencia persuasiva del mendigo para inspirar lástima y para mover el público a la generosidad, en lo cual las oraciones y los argumentos religiosos, sacados de los textos sagrados, desempeñaban una parte principal.

Despampanante. La palabra despampanante proviene  del pámpano o hojas de parra, muy conocidas por cubrir las partes de Adán y Eva. Des-pampanante significa "sin hoja de parra" y de ahí que usemos esa expresión cuando nos quedamos asombrados o sin palabras ante alguien o algo por su buena presencia u otras cualidades.

Apretar. Usamos normalmente este verbo en el sentido de ‘estrechar algo con la mano o los brazos’, pero en un principio solo se apretaba algo cuando se hacía contra el pecho, de acuerdo con su significado etimológico: del latín tardío APPECTORĀRE, de PĔCTUS‘pecho’. De ahí que la Academia puntualice en su definición: ‘estrechar algo contra el pecho o ceñir, de ordinario con la mano o los brazos’.

Olé. Todo un clásico español, pero que no lo es tanto cuando nos hemos puesto a investigar y hemos descubierto que la procedencia de nuestro olé, viene de la invasión árabe. Se dice que exclamaban "allah" (oh Dios) cuando presenciaban una actuación o escena digna de admirar, pues podían ver a Alá a través de semejante espectáculo. El allah se terminó castellanizando hasta el olé de nuestros días.

Tiovivo. El origen de la palabra tiovivo es incierta pero se dice que data del año 1834, cuando una oleada de cólera acechaba Madrid y el dueño de un carrusel de feria, un tal Esteban Fernández , se murió de tal enfermedad, o eso se creía porque dicen que el día del entierro, se levantó de su féretro y dijo “estoy vivo, estoy vivo”. Desde entonces su carrusel de feria se llamó el del “tiovivo” y la palabra se ha quedado para denominar cualquier atracción de feria que posee asientos que suben y bajan colocados en una plataforma circular giratoria. Sin embargo esta anécdota  puede tratarse de una historia imaginaria.

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